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El trabajo infantil en la agricultura constituye una alarmante realidad que afecta a alrededor del 70% de los niños trabajadores a nivel mundial, totalizando unos 112 millones. Esta práctica, extendida en actividades agrícolas como cultivos, ganadería y pesca, no solo expone a los niños a peligros sino que también perpetúa ciclos de pobreza y desigualdad.

La combinación de la pandemia de COVID-19, conflictos y el cambio climático ha agravado esta problemática, lo que provocó un aumento de casi 9 millones de niños trabajadores para finales de 2023. La invisibilidad del problema se debe a la dispersión rural de las explotaciones y la falta de regulación en estas áreas.

Los niños que trabajan en la agricultura enfrentan riesgos significativos, desde el uso de maquinaria pesada hasta la exposición a productos químicos tóxicos y largas jornadas laborales en condiciones climáticas extremas. Estas condiciones amenazan su salud y seguridad, con consecuencias a largo plazo para su bienestar físico y emocional.

Las causas subyacentes del trabajo infantil en la agricultura son diversas y complejas, incluyendo la pobreza, factores socioculturales y la falta de acceso a una educación de calidad en áreas rurales. La pobreza se destaca como un factor determinante, ya que muchas familias no pueden permitirse prescindir del aporte económico de sus hijos, incluso a costa de su educación y bienestar.

Abordar eficazmente este problema requiere una acción coordinada y multifacética, que involucre a gobiernos, sociedad civil y sector privado. Es crucial fortalecer la protección social para las familias vulnerables y aplicar programas de transferencias monetarias condicionadas para fomentar la asistencia escolar regular.

Además, se debe aumentar la conciencia y comprensión pública sobre los efectos perjudiciales del trabajo infantil en la agricultura, promoviendo un cambio de actitudes y prácticas a nivel comunitario mediante campañas de sensibilización y programas educativos que destaquen los derechos de los niños y promuevan alternativas al trabajo infantil.

En resumen, el trabajo infantil en la agricultura es un desafío global que exige una respuesta integral y coordinada. Solo a través de un esfuerzo conjunto y comprometido podemos proteger los derechos y el bienestar de los niños y niñas que trabajan en el campo, creando así un futuro más justo y equitativo para las generaciones venideras.